Bufones en la politiquería peruana.
Los actos fallidos y el subconsciente del ministro.
El desliz freudiano que ha regalado últimamente el “honorable” primer ministro Pedro Cateriano, es digno de ser mencionado, especialmente si la prensa peruana ha omitido ese detalle tan importante que demuestra esta vez, desde la psicología del individuo, las situaciones increíbles que están sucediendo en esa hermosa tierra llamada Perú.
El cortocircuito que se genera entre lo que se quiere decir y lo que se expresa fue bien documentado por Sigmund Freud como “acto fallido”; en otras palabras, cuando el decir o hacer entran en conflicto o interfieren con algún deseo o cadena de pensamientos inconscientes, estos, delatan a la persona a través del subconsciente.
Las expresiones del primer ministro son elocuentes cuando dice: “La Presidenta del país, tiene su opinión y yo como presidente del consejo de ministros tengo mi opinión” (en sus declaraciones en contra de la vice-presidenta).
Habría que preguntarle al que dizque “líder” de la democracia actual, según la opinión de politólogos distraídos, algunos periodistas, comentaristas y generosos de opinión; de qué país está hablando o, a qué presidenta se está refiriendo, ya que todos saben que en el Perú, se eligió un presidente. Que este no haya cumplido con el mandato para el que se le contrató, ese es otro asunto.
Que la realidad sea distinta o, que él la conozca mejor que nadie y que voluntariamente se subordine a esa, igualmente es otra historia.
Lo cierto es que, la politiquería peruana y la mayoría de sus actores actuales serian dignos representantes en cualquiera de las cortes europeas de aquellas épocas, donde los bufones tenían un papel protagónico.
Este gobierno inepto y corrupto ha demostrado con sus acciones la inmoralidad existente y lo seguirá haciendo mientras siga contando con titiriteros y tontos útiles que continúen creyendo que “el poder” temporal de un cargo, está por encima de la voluntad de todo un pueblo.
Integridad, respeto y libertad son pilares fundamentales en cualquier democracia. Eso hay que aprenderlo y practicarlo; también demandarlo.
Mario Andrés